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Bette Nesmith
La secretaria que corrigió la historia


¿Quieres descubrir cómo una secretaria tejana transformó un error en millones de dólares? La historia de Bette Nesmith Graham te inspirará a creer en tus ideas.

En una cálida noche tejana de 1956, Bette Nesmith Graham experimentaba en su garaje con botes de pintura blanca, frascos vacíos de esmalte de uñas y etiquetas caseras. Estaba a punto de descubrir algo revolucionario.
La mayoría la olvidó, pero su invento, Liquid Paper, cambió la historia de las oficinas: un fluido blanco que ocultaba errores de ortografía y abrió camino a un negocio multimillonario.
En aquella época, cometer un error mientras se escribía a máquina podía ser un auténtico dolor de cabeza.
Nacida en 1924, en Texas, Graham creció con un espíritu imaginativo y autosuficiente. Con solo 17 años, dejó la escuela, se casó con un soldado y tuvo un hijo. Poco después, enfrentó el reto de criarlo sola.
Buscando sobrevivir, trabajó como secretaria y se topó con malos productos de IBM. Escribía con máquinas eléctricas que producían más errores y usaban cintas difíciles de corregir. Necesitaba una solución urgente.
Recordó un truco artístico: no se borra la pintura, se cubre con otra capa. Así creó una fórmula casera a base de témpera blanca, la vertió en frascos de esmalte y empezó a venderla entre sus compañeras.
A 100 botellas al mes, transformó su garaje en una pequeña fábrica. Contrató a su hijo y a amigos para llenar frascos y pegar etiquetas. Lo llamó “Mistake Out”, aunque luego renombraría el producto como Liquid Paper.
Con ayuda de un profesor de química y empleados de una tienda de pinturas, perfeccionó la fórmula. Cuando los mayoristas dudaron, promocionó Mistake Out por su cuenta y consiguió su primer pedido: 500 unidades en todo Estados Unidos.
Tras ser despedida por firmar un documento como “The Mistake Out Company” en vez del nombre del banco, se dedicó por completo a su creación. En 1958, patentó el producto y lo llamó Liquid Paper.
Su estrategia fue audaz: contrató expertos como el químico Bill Mallow, mejoró la fórmula y expandió operaciones de su garaje a oficinas industriales. En 1967, alcanzó su primer millón de dólares, apostando fuerte por publicidad televisiva y revistas.
En 1975, abrió una planta automatizada de 35k pies cuadrados que producía 25 millones de botellas al año. Aunque surgieron competidores como Wite-Out, Graham mantuvo el liderazgo del mercado gracias a su visión y perseverancia.
Cuando su segundo esposo intentó desplazarla, ella defendió su puesto y conservó el 49% de la empresa. En 1979, con problemas de salud, vendió Liquid Paper a Gillette por 47.5 millones de dólares (unos 173 millones actuales).
Bette Nesmith Graham dejó más que riqueza: brindó prestaciones innovadoras en su empresa, como guarderías, facilidades para sillas de ruedas y un entorno inclusivo. Fundó organizaciones para apoyar a mujeres en el arte y en situaciones vulnerables.
La empresa sigue viva, ahora parte de Newell Brands. Como decía Graham, es como una planta: crece a su ritmo, arraigada en valores sólidos y floreciendo con el tiempo. Su legado se mantiene vigente, corrector en mano.

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